¿Me pregunto cuál es la finalidad de una escuela canina? y me respondo, que un perro aprenda cierto comportamiento civilizado. Pero en el libro de Franco está cifrada una suerte de contradicción. A través de estos poemas el poeta nos enseña que en el desastre también es posible encontrar belleza. Hay pankis, prostitutas y fisuras, pero también niños rebeldes que rompen las reglas de la casa mientras juegan en su mundo, o que de tan serios parecen fantasmas de ultratumba.

Todo mientras somos acompañados por una tribu canina errante, pura, digna, que soporta picazones y patadas en el culo, y protege a los solitarios heridos por el desamor o aplastados por un cielo que no los comprende. Es que en los poemas de Franco pareciera indispensable enfrentar lo gris del paisaje urbano para descubrir de la mano del poeta un universo que también es belleza.

Pablo Jacinto Carrazana